Palacio de Miraflores, Caracas.- La voz de una mujer pronuncia el nombre de Marina. Ella, quien prepara el almuerzo de sus hijos adolescentes, abre la puerta de su vivienda sosteniendo un paño de cocina y un cucharón en la mano.
Rosalía, responsable de calle del Consejo Comunal “La Gallera”, saluda desde el otro lado e informa que mañana le corresponde al sector de la parroquia Coche, ubicado en Caracas, recibir el combo de alimentos de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). El despacho, tal como ocurrió 20 días atrás, se realizará en la cancha deportiva de la comunidad.
Las más de 450 familias que allí residen están adaptadas con el proceso desde el año 2016, fecha en la que inició la distribución casa por casa de productos de primera necesidad y de proteína animal como un mecanismo para combatir la especulación y el acaparamiento, pero sobre todo para dar la batalla consciente ante la guerra económica de marca imperial y garantizar el derecho a la alimentación.
En un salto cualitativo el Gobierno Bolivariano ha logrado el 100% de producción nacional en los rubros que conforman el CLAP, lo que demuestra los avances de nuestra soberanía alimentaria.
De las entrañas del Poder Popular emergió con la misión de establecer un nuevo sistema de distribución directa y producción local en los 23 estados y el Distrito Capital, contando con la dirección logística de quienes mantienen contacto directo y conocen las necesidades de su territorio.
Los Consejos Comunales, en conjunto con la Unión Nacional de Mujeres (UnaMujer), Unidades de Batalla Bolívar-Chávez (UBCh) y Frente Francisco de Miranda (FFM), levantan un censo de población para determinar jefe o jefa de hogar, número de integrantes del núcleo familiar, dirección, características socioeconómicas y necesidades que requieran ser atendidas por los programas sociales implementados por el Estado.
La información recopilada servirá para configurar la base de datos que guiará las jornadas de distribución, de modo que cada familia tenga acceso a los productos adjudicados por el Estado a través del Ministerio del Poder Popular para la Alimentación.
Aquí los responsables de calle, manzaneros o voceros comunales son garantes de la plena incorporación de sus jefes de hogar en el circuito de entrega de los CLAP. Ellos, previa instrucción del Consejo Comunal, recolectan el dinero en efectivo o comprobantes de transferencias de las familias bajo su jurisdicción para cancelar el combo de alimentos y cubrir gastos logísticos (transporte, combustible y honorarios de conductores).
El líder del consejo comunal, una vez depositados los fondos, consigna al centro de acopio correspondiente el recibo de cancelación y una relación del número de familias que recibirán la bolsa o caja de productos CLAP.
El período de entrega de alimentos solía variar entre 25 o 30 días, situación que llegó a los oídos del presidente de la República, Nicolás Maduro, quien ordenó perfeccionar el esquema de distribución y reducir los tiempos de despacho a 15 días.
“Tenemos que hacerlo porque arrecia la guerra económica, no podemos dar tregua (…) Hay que estabilizar y acelerar la entrega de alimentos, las cajas CLAP cada 15 días”, recalcó el Jefe de Estado.
En algunas zonas del territorio nacional se cumplió la meta. No obstante, los efectos de la agresión estadounidense han ocasionado retrasos en la asignación de combos de alimentos, dada las dificultades en la importación de productos y la limitada producción nacional.
La llegada de los combos de alimentación (bolsas) es notificada al consejo comunal por intermedio de las comunas. El cargamento se traslada desde el centro de empaquetado hasta la comunidad, donde los líderes de calle convocan al proceso de entrega en un espacio previamente acordado en asamblea de ciudadanos.
La supervisión de la Misión Alimentación es ejercida por la Milicia Bolivariana, componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) que actúa en conjunto con el Poder Popular y los CLAP.
Desde mayo pasado, la Milicia Nacional Bolivariana está presente durante las jornadas de alimentación realizadas en las 1.141 parroquias del país, asumiendo un rol de contraloría en función de garantizar la seguridad alimentaria del pueblo.
“Los CLAP y la Milicia ahora conforman un binomio inseparable que produce, que es autosustentable y con conciencia política para defender con lealtad los logros de la Revolución, la estabilidad del Gobierno y la paz de los ciudadanos”, subrayó el Jefe Nacional de los CLAP, Freddy Bernal, en entrevista concedida al diario Correo del Orinoco, de fecha 8 de junio de 2019.
Independencia productiva
Más allá de la distribución de alimentos de origen nacional o extranjero, los CLAP están llamados a convertirse en promotores del nuevo esquema socioproductivo dentro de las zonas urbanas y periurbanas.
A través de la agricultura, cría de animales (gallinas, conejos o cachamas) y comercios comunitarios asumen la vanguardia productiva, sentando así las bases de la autosustentabilidad y creando mecanismos alternativos para satisfacer la demanda local.
No existen espacios ociosos. Los terrenos o infraestructuras son ocupados en función de la comunidad, siendo plataformas no solo para la producción sino también para el emprendimiento en materia de textiles, calzado, gastronomía o artes manuales.
A escala nacional, el programa de alimentación ha expandido sus horizontes con el despliegue de jornadas pesqueras (distribución de pescado), textil (confección de uniformes escolares) y materno (protección materna-neonatal).
En seis años de funcionamiento, los CLAP han favorecido a cerca del 80% de las familias venezolanas más humildes con la entrega regular de alimentos, de acuerdo con estadísticas divulgadas por el presidente de la República, Nicolás Maduro.
Y es que, hasta la fecha, siete millones de familias están incorporadas a la estructura de los centenares de CLAP que operan en los 335 municipios del país.
Los CLAP son un instrumento de emancipación en medio del asedio continuado de la administración estadounidense contra Venezuela, así como una garantía del acceso a rubros prioritarios para familias como las de Marina, quien cada 20 días acude con sus hijos a retirar el combo de alimentación sin salir de su comunidad.
Prensa Presidencial / Karelis González