Moscú, Federación de Rusia. –En el vasto escenario internacional, donde las sombras de quienes pretenden una hegemonía global, se fortaleció un lazo de hermandad entre dos países que, a pesar de la distancia geográfica y cultural, encontraron en su historia reciente un motivo poderoso para unirse, estás naciones son Rusia y Venezuela, las cuales defienden la autodeterminación de sus pueblos.
En los años 2018 y 2019, el presidente Nicolás Maduro emprendió un viaje hacia el norte, donde los fríos vientos de Moscú contrastaban con el cálido sol del Caribe, pero donde el fuego de la determinación ardía en sus corazones.
El Primer Viaje: Un Grito de Resistencia
Era el 5 de diciembre de 2018 cuando aterrizó en Rusia, un momento que sonaría como un grito de resistencia ante el hegemón imperial.
En la sala del Kremlin, entre los ecos de una historia marcada por la lucha y la soberanía, el presidente Maduro y su homólogo y Vladimir Putin se encontraron para trazar una agenda común.
«Estamos de pie y venciendo», proclamó el presidente Maduro, con voz firme, palabras que estremecieron y llenaron de esperanza de quienes escucharon su determinación.
Putin, rechazaba cualquier intento de injerencia. «Juzgamos todos los intentos terroristas», sostuvo, dejando claro que la cooperación entre ambas naciones no solo era necesaria, sino vital.
Así, sellaron un pacto que iba más allá de lo político; era un compromiso por la dignidad y la autodeterminación de los pueblos.
La defensa de la Soberanía
El 2 de marzo de 2019, Delcy Rodríguez, vicepresidenta Ejecutiva de Venezuela, aterrizó nuevamente en Moscú. Esta vez, su misión era clara: denunciar la agresión multiforme del gobierno estadounidense.
En una reunión con Sergey Lavrov, canciller ruso, Rodríguez expuso la realidad cruda que enfrentaba el país.
«No necesitamos intervención militar», enfatizó, reclamando paz y estabilidad para América Latina.
Lavrov, reafirmó el compromiso ruso: «Nos opondremos categóricamente a esas intervenciones».
En ese instante, las palabras se convirtieron en balas contra el imperialismo. La cooperación entre Rusia y Venezuela se erguía como un bastión ante la tormenta.
Un nuevo encuentro
El 25 de septiembre de 2019 marcó otro hito en esta saga épica, el presidente Maduro volvió a Moscú, donde Putin le ofreció su respaldo incondicional ante las constantes agresiones imperiales.
«Toda negación al diálogo es irracional», advirtió el líder ruso,
Ambos líderes compartieron la visión de construir un mundo multipolar libre de ataduras imperiales. Era una declaración de intenciones que resonaba en cada rincón del Kremlin y más allá, un llamado a otros países a unirse en la defensa de su soberanía.
A medida que los años avanzan y el mundo cambia, el vínculo entre Venezuela y Rusia se ha convertido en un símbolo de resistencia frente a las adversidades.
La historia de estos encuentros no es sólo una crónica política; es una epopeya que narra la lucha por la autodeterminación, la solidaridad entre naciones y la búsqueda incansable de una ordenanza mundial más justa.
Hoy, en 2025, mientras los ecos de aquellos encuentros aún resuenan en las calles de Caracas y Moscú, queda claro que la alianza forjada en esos años críticos sigue siendo un faro para aquellos que creen en un futuro donde cada nación tenga el derecho a decidir su propio destino sin interferencias externas.
Prensa Presidencial / Eduardo Hueck