Petare, estado Miranda.- El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, recordó este miércoles el año 2006 cuando el Comandante Eterno, Hugo Chávez, lo designó Canciller, un hecho que, le cambió la vida y le enseñó que su riqueza moral siempre será el amor del Pueblo.
Identificándose como un muchacho de los barrios y un obrero, el Jefe de Estado insistió en la primacía de los valores por encima de las posesiones materiales, un aspecto que da cuenta de sus fuertes valores revolucionarios y socialistas.
«No he tenido, no tengo ni quiero tener riquezas ni bienes de fortuna. Mi única riqueza es moral, espiritual… y el amor de ustedes, mi gran riqueza es el amor del pueblo y sus oraciones, sus bendiciones diarias, esa es mi riqueza», declaró.

El mensaje central de su alocución, se centró en la sorpresa y la magnitud de las tareas que asumió a lo largo de su carrera en la política. Rememoró la llamada a su esposa, Cilia Flores, tras ser nombrado Canciller, y la posterior inmersión en la diplomacia internacional.
Asimismo, compartió la anécdota de encontrarse en Naciones Unidas, abocado a conseguir cien votos para un cargo en el Consejo de Seguridad. Al mirar el plan de trabajo y el mapamundi, sintió la inmensidad del desafío:
«Chávez me cambió el mapa de los barrios del Valle y Coche, que me los conozco completamente, por el Mapamundi. Y así fue, ese joven obrero, con su maestro, aprendió la diplomacia de paz y la geopolítica mundial”, relató.

El presidente Maduro concluyó su reflexión destacando la madurez política de la sociedad venezolana, elevándola a la categoría de un pueblo culto de altísimo nivel: «Hasta nuestros niños y niñas son geopolíticos consumados. Cualquiera de ustedes se le pregunta cualquier cosa de este mundo y tiene una opinión consolidada”.
Prensa Presidencial / Iliana Rosales
