Palacio de Miraflores, Caracas.- Su irreductible lucha por la emancipación de los pueblos del Sur, lo hizo capaz de cruzar todas las fronteras humanas y las territoriales para alcanzar la libertad, citamos en ese contexto al Abel de América, Antonio José de Sucre, a quien el Congreso de Perú, el 14 de febrero de 1825, honró al concederle el mayor grado en el escalafón militar de la época como “Gran Mariscal de Ayacucho”, tras liderar la victoria de la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.
Convencido de alma, pensamiento y acción del proyecto de liberación que encarnó el Libertador Simón Bolívar, para derrotar el coloniaje español, Antonio José de Sucre, se incorpora a las luchas de la emancipación de América del Sur a su regreso de la segunda expedición de Haití y desde entonces se destacó por sus dotes para la diplomacia, pero también para el combate militar donde brilló por su acertada táctica y estrategia.
Sobre la victoria de Sucre en Ayacucho, Bolívar expresó: “El general Sucre es el padre de Ayacucho, el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas”.
Nacido el 3 de febrero de 1795 en Cumaná, denominado en 1898 como estado Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho, procedía de una familia de larga tradición militar al servicio de la Corona española, sin embargó su espíritu se ofrendó a la libertad del sur.
Más tarde, Sucre se consagraba en Ayacucho, último enfrentamiento de las guerras de independencia en América del Sur, lo que en la historia significó la consolidación de la independencia de la República del Perú. El devenir del tiempo encarnará a Sucre con un pie en Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Cápac y contemplando las cadenas del Perú, rotas por la espada.
Al recibir el mando militar de manos de Bolívar, Antonio José de Sucre lideró las tropas en la batalla de Ayacucho, donde se enfrentaron cerca de 7 mil soldados patriotas del Ejercito Libertador del Perú, contra 10 mil soldados realistas, de los cuales siete mil eran indios y mestizos partidarios del rey de España. Las divisiones patriotas de José María Córdova, Jacinto Lara y José de La Mar se enfrentaron a las divisiones realistas de Alejandro González Villalobos, Antonio Monet y Jerónimo Valdés.
Antes que resplandeciera el sol del mediodía del 9 de diciembre, los dos ejércitos se hallaban en plena acción. Sucre arengó a sus oficiales y soldados, advirtiéndoles que de su valor, disciplina, esfuerzos y sacrificio pendía el destino americano.
Al comienzo de la batalla el fragor favorecía a los españoles, sin embargo la destreza militar de Sucre elevó la moral del ejército patriota que consolidó la ofensiva sobre los realistas.
Las tropas del rey Fernando VII ya descontroladas recibieron la derrota con 2000 muertos, 600 heridos y 2000 prisioneros; los patriotas registraron 500 bajas y 600 heridos.
“Disposición perfecta, ejecución divina y maniobras hábiles y prontas”. Así fue la caracterización que hizo el Libertador al conocer el diseño y los resultados de la batalla de Ayacucho, desarrollada por el General Sucre.
Entre tanto, en pleno campo de acción de Ayacucho se concertó la capitulación entre el derrotado general José de Canterac, pues el virrey José de La Serna no pudo hacerse presente por hallarse herido y prisionero, con el general Antonio José de Sucre.
Este tratado disponía que el ejército realista claudicaba a seguir la lucha y fijaba la permanencia de los últimos soldados realistas en las fronteras de la Provincia Constitucional del Callao, ciudad situada en el centro-oeste del Perú. Asimismo, establecía que la República del Perú debía saldar la deuda económica y política a las naciones que ayudaron militarmente a su independencia.
El Congreso del Perú, reunido en sesión extraordinaria el 14 de febrero de 1825, otorgó el reconocimiento del Gran Mariscal de Ayacucho y Benemérito del Perú en grado eminente a Antonio José de Sucre, por la actuación que tuvo en Ayacucho.
Se sellaba la independencia definitiva de Perú y con ello la derrota del ejército español. La batalla rendía tributo a los hombres que ofrendaron sus vidas en el combate y en devenir de las luchas por la libertad.
El 3 de febrero del año 2004, el Comandante Eterno Hugo Chávez, conmemoraba el 209 aniversario del natalicio de Antonio José de Sucre, desde el Parque Ayacucho de Cumaná y reseñó entre otros aspectos de la vida del prócer que “este hombre, Antonio José de Sucre, todavía no es bien conocido por nosotros mismos. (…), pero fue un hombre integral, un soldado ilustre, un político de primera línea, un revolucionario a carta cabal”.
En ese orden, también el presidente de la República Nicolás Maduro, destacó a Sucre como “un oficial leal al padre Libertador, venezolano extraordinario quien dio su vida por la Libertad y la emancipación de los pueblos suramericanos. Hoy más que nunca su ejemplo sigue vivo”.
Hoy se conmemora el tributo que desde el Congreso del Perú, se brindó a Antonio José de Sucre como Gran Mariscal de Ayacucho, gesta militar que permitió desde las cumbres andinas del Perú, la desocupación de todos los territorios que se hallaban en posesión de los realistas. Un reconocimiento histórico a la voluntad férrea y entrega del Abel de América a la lucha por la libertad y la consolidación de la Patria Grande.
Prensa Presidencial / Yndira López