Palacio de Miraflores, Caracas. – En un día histórico para Venezuela, el 26 de marzo de 1994, el comandante Hugo Chávez salió de la cárcel de San Francisco de Yare, ubicada en el estado Miranda, marcando un punto de inflexión en la historia política del país.
Tras dos años de reclusión por la rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992, Chávez fue liberado por una «inmensa demanda popular» que reclamaba su excarcelación. Su salida representó el inicio de una transformación nacional contra el sistema político neoliberal.
»Vamos a tomar el poder político en Venezuela. Vamos a echar del poder a quienes condujeron al país a este drama nacional», sentenció Hugo Chávez en su primera alocución, prometiendo construir «un nuevo sistema democrático, participativo y con el protagonismo del pueblo».
Su palabra se convirtió en hechos. El respaldo popular crecía, el pueblo finalmente veía al hombre indicado para conducir los destinos de Venezuela hacia una verdadera democracia, cimentada en la igualdad y justicia social.
Perspectivas de un momento transformador
Para profundizar en el significado de este momento histórico, el equipo de Prensa Presidencial entrevistó a Ángel Estrada, jefe de Patrimonio Inmaterial y formador de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JPSUV), quien describió el contexto social como un período de profunda desesperanza.
«El índice de pobreza alcanzaba el 80%, el pueblo venía de sufrir una masacre conocida como El Guarenazo y esperaba ansiosamente a un hombre que le otorgara una vida digna», apuntó.

El impacto fue inmediato y profundo, al pueblo enterarse de su liberación, «jubiloso se lanzó a las calles a celebrar por la esperanza a la transformación de la sociedad venezolana».
Un aspecto crucial fue el papel de la juventud, el también secretario de la Sociedad patriótica Municipal explicó que el movimiento despertó «la rebeldía de un grupo de jóvenes militares por sanear a su Venezuela de aquella ambiciosa perversión», un legado que sería «absorbido y materializado en la formación de los nuevos líderes de la Revolución Bolivariana».
Un legado de liderazgo y transformación social
En una profunda reflexión sobre el legado de Hugo Chávez, Ángel Estrada destacó dos aspectos fundamentales que han transformado la percepción del liderazgo político en Venezuela.

«La paciencia y cordura son factores esencias para cualquier líder revolucionario», indicó, al tiempo que señaló que Chávez ha sido «un líder a seguir», cuyo humanismo y credibilidad han trascendido históricamente.
El líder revolucionario cautivó a las generaciones posteriores, presentando la Revolución Bolivariana como «el único proyecto que permite que la población sea escuchada y sea la principal protagonista en el desarrollo y la transformación de una Patria soberana».
La profunda conexión con los intereses del pueblo venezolano es la base del proyecto de Hugo Chávez. Esa convicción se ha convertido en guía para el nuevo liderazgo que, desde las bases populares, se levanta para atender las prioridades más urgentes, apegado a valores de ética y honestidad.
»El dirigente actual debe estar refugiado en la humildad y ser parte del pueblo, solo escuchando el clamor del pueblo desde lo más cercano somos capaces como dirigentes de lograr atender sus necesidades», puntualizó.
Más que una liberación, un renacer nacional
En palabras de Estrada, la salida de Hugo Chávez marcó un antes y un después, al señalar que constituye «la génesis del comienzo de una nueva era en la historia social, política y económica de Venezuela».
El comandante Chávez no era solo un líder, era la personificación de un pueblo cansado de injusticias, de un sueño colectivo de transformación, luego de una época sombría donde el territorio venezolano «era destruido por una codicia enfermiza que entrega sus riquezas a potencias extranjeras».
«Mediante esta liberación se recupera la soberanía nacional e internacional», afirmó al indicar que le otorgó respeto ante el mundo como «una República libre e independiente».
Venezuela había decidido que su historia no la escribirían terceros. El comandante Hugo Chávez era el conductor de ese viaje, llevando «un mensaje de transformación educativa y formación social» hasta lo más profundo del pueblo.

En cada rincón del país, desde las montañas hasta los llanos, desde las ciudades hasta los pueblos más remotos, su mensaje de esperanza y dignidad resonaba como un eco de libertad.
Hoy, al cumplirse 31 años de la salida de la denominada cárcel de la dignidad, se honra a un pueblo entero decidió ser dueño de su destino. Desde ese momento, la esperanza ha estado en la calle y, pese a las adversidades, continuará reverdeciendo para garantizar un futuro luminoso para los venezolanos.
Prensa Presidencial / Eduardo Hueck