El Libertador Simón Bolívar tuvo a la amistad como centro de su vida, llegó a decir que esta tenía un “templo y un tribunal” en su corazón. Siendo bolivariano, no se pone en duda que El Comandante Eterno Hugo Chávez hiciera lo mismo, fortaleciendo su hermandad con figuras revolucionarias de la talla del Comandante de la Revolución Cubana, Fidel Castro, o del apasionado Diez Perfecto, Diego Armando Maradona.
Sus historias se unieron en las sendas revolucionarias y tanto es así, que el 25 de noviembre es de esas fechas que quedaron grabadas a fuego en el calendario de la historia de los patriotas. No solo se conmemora el paso a la inmortalidad del Gigante Cubano (2016), sino también el adiós del Pibe de Oro (2020).
Hoy, a propósito de conmemorarse un año de su siembra, recordamos un viaje a la amistad inquebrantable que unió a estos dos gigantes con un tercer pilar: El Comandante de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías. Más que una cercanía por cohesión política, lo de estos astros que brillan en el firmamento, fue una pasión rebelde a prueba de balas.
Diego y Fidel – El Padre y el Hijo
La historia arranca con Fidel y Diego. Esta fue la semilla de todo. ¿Cómo se unen un jefe de Estado y un futbolista? se relacionaron estrechamente, especialmente cuando Maradona se internó en la clínica cubana La Pradera en enero de 2000 para estabilizar su salud.
Castro visitaba con frecuencia al deportista en la clínica, que se convirtió en su residencia durante casi cinco años para su rehabilitación. Maradona describió a Castro como su «segundo padre» y agradeció que le abriera las puertas de Cuba cuando en Argentina las clínicas no querían recibirlo, por temor a que muriera en una de ellas.
No le dio un hotel de lujo, le dio refugio y atención en el centro La Pradera. Fidel no solo le salvó la vida, también le regaló una nueva manera de ver el mundo. Se pasaban horas hablando, a veces de madrugada. La relación era la de un padre sabio y un hijo rebelde.
«Por esta cosa de estar vivo sólo puedo dar las gracias a dos barbas: Dios y Fidel», dijo el Pibe, un agradecimiento que selló con un tatuaje del Comandante en su pantorrilla.
Cuba fue el lugar donde el Diez se curó y consolidó sus ideales revolucionarios. Y es ahí, con Diego ya transformado, que aparece en escena el otro grande.

Un amigo de Chávez
Con el corazón ya militante, Maradona conoció a Comandante Eterno Hugo Chávez. El encuentro fue explosivo, una unión de pura energía popular. Si Fidel era el padre, Chávez era el hermano mayor.
A Diego le fascinó la conexión de Chávez con su gente, ese toque de «pueblo hecho presidente» que él mismo llevaba en la sangre. De inmediato se hizo soldado de la causa bolivariana.
Al conocerlo, Diego no dudó en expresar su admiración: «Vine a conocer a un grande y conocí a un gigante». «Creo en Chávez, yo soy chavista. Todo lo que Fidel hace, todo lo que Chávez hace, para mi es lo mejor», sentenció en el año 2005, después de visitar el Palacio de Miraflores, en Caracas.
Para Maradona, apoyar al Comandante Eterno Hugo Chávez era apoyar al mismo pueblo que él representaba en la cancha:
«Soy chavista, soy fidelista. Soy un soldado de Hugo hasta el final.»
Así se formó un puente aéreo que iba de Caracas a La Habana, donde los dos líderes encontraban en Maradona a un aliado mundial, un vocero universal de su lucha contra el imperialismo norteamericano.

La mentoría de Fidel a Chávez
La amistad entre Hugo Chávez y Fidel Castro fue una alianza que superó lo político para convertirse en una profunda relación de mentoría y afecto.
El vínculo se inició en 1994, cuando Castro recibió a Chávez en Cuba como un jefe de Estado, sembrando una admiración que el venezolano resumiría como de «padre e hijo». Esta camaradería forjó el proyecto regional del ALBA y se mantuvo hasta el final, siendo Castro el consejero crucial de Chávez en momentos políticos clave y el principal apoyo en su lucha contra el cáncer.
Castro fue el vigilante de la salud de Chávez, quien, en sus convalecencias en La Habana, sentía su apoyo inmutable.
Esta hermandad personal se tradujo en una alianza geopolítica que redefinió el panorama latinoamericano, convirtiendo a Cuba y Venezuela en el eje de la izquierda continental. La unión de ambos Comandantes fue el pilar ideológico y humano de la Revolución Bolivariana.

El Abrazo de los tres amigos
El punto cumbre, la postal que lo dice todo, es esa foto de los tres juntos en Cuba en 2011, mientras Chávez se recuperaba de un tratamiento.
Allí estaban, Fidel, el ideólogo, el que enseñó el camino; Chávez, el militar que se fundió junto al Pueblo; y Maradona, el ídolo que puso su fama al servicio de la causa. Tres hombres con historias de vida muy distintas, pero unidos por la Revolución.
Como dijo Chávez al agradecer la visita del Pibe en ese encuentro:
«Doy las gracias a Diego Armando Maradona por la fraterna visita. Estuvimos juntos con Fidel. Gracias Pibe! ¡Viviremos!»
Fue el abrazo del eje de la pasión, un mensaje claro: la rebeldía popular y la unidad latinoamericana tenían a sus tres máximos exponentes unidos en una sola imagen.

Prensa Presidencial / Iliana Rosales
