Palacio de Miraflores, Caracas.- El Libertador Simón Bolívar supo del poder de la imprenta por su capacidad de influir e intervenir en el cambio de las condiciones existentes. La difusión de documentos y noticias impresas constituyó un verdadero impacto y una revolución en la forma y en los medios de transmitir información.
Sabía Bolívar que muchos de los cambios que se generaron desde el siglo XV hasta el siglo XIX, estuvieron asociados a la historia de la imprenta, por ejemplo, la Reforma y la Contrarreforma, la Revolución Francesa y la Independencia de Estados Unidos. La imprenta contribuyó a consolidar el cuerpo doctrinario de las revoluciones y a dinamizar el motor social.
Parte de este análisis conceptual de la imprenta, la comunicación y el periodismo como método de lucha de la época, bien apreciado por el Libertador, lo ofrece el periodista Earle Herrera:
“Para convocar voluntades en la Venezuela decimonónica y enrolarlas en la gesta libertaria, el Libertador hubo de recurrir a todo el poder de persuasión y convencimiento de lo que los historiadores llamarían “el genio de Simón Bolívar”.
También para hacer aceptar su liderazgo entre aquella pléyade de grandes patriotas que surgieron por toda Venezuela. Una de sus grandes armas fue su verbo. En la proclama, en la arenga, en medio de las batallas, pero también como ilustre orador, en sus discursos y manifiestos, así como en su copiosa producción epistolar. Si vio en la imprenta “la artillería del pensamiento”, estuvo siempre atento al contenido y la forma de las publicaciones patriotas y, también, a las del enemigo, a las que leía minuciosamente, criticaba y combatía”, sostiene.
Como ejemplo de lo que nos comenta el periodista Earle Herrera se desprende la estrategia, tanto política como militar, que ajustó el Libertador a través de la información de la prensa y la opinión pública internacional para llegar victorioso a la batalla de Carabobo. Las condiciones objetivas para el logro de la independencia se avizoraban con el desplome moral y militar de la Corona Española a principios de 1820.
La prensa hispanoamericana como la Gaceta de Buenos Aires, la Gazeta de Caracas, el Argos de Buenos Aires y el Correo del Orinoco, daban cuenta de la insurrección iniciada el 1° de enero de 1820, en Las Cabezas de San Juan por los militares españoles Rafael del Riego y Fernando Quiroga, quienes dan el golpe de Estado y ponen en jaque al Rey de España Fernando VII y lo hacen jurar en una constitución liberal, donde pierde el poder absoluto como monarca y en lo sucesivo debe compartirlo con un parlamento.
La coyuntura que fue desplegada por la audiencia informativa que adversaba a Fernando VII y por la prensa que se mantenía leal al rey, fue aprovecha por Bolívar “convencido de que la victoria estaba muy cerca”, relata el G/B Frank Zurita Hernández.
El Correo del Orinoco, en su edición N° 55 del 18 de marzo de 1820, publica un compendio de noticias sobre la Revolución en España. Entre ellas, una carta original procedente de Gibraltar que llegaba con la fragata Princesa Carlota, fechada el 19 de enero de 1820 en Gibraltar.
«Debemos informar a V. que nuestros negocios con España se han suspendido de nuevo a consecuencia de una insurrección muy seria que ha habido en las tropas destinadas a la América Meridional. Se manifestó el 3 del corriente, tomando posesión de la isla de de León un cuerpo de 6 a 8000 hombres, que dicen haberse aumentado después hasta 20000. El Gobierno ha estado reuniendo tropas y concentrando sus fuerzas en Xerez; mas no ha atacado todavía a los insurgentes, cuyo objeto es apoderarse de Cádiz, para lo cual están tomando las medidas necesarias. Se han declarado por la Constitución que juraron en 1812; y tal es el aspecto general del país, que se cree, que si llegan a tomar a Cádiz, pueden contar con el más completo suceso».
Zurita nos relata que esta coyuntura del movimiento militar de revolución en España “impide la llegada a Venezuela de 20 mil hombres que tenían previsto salir desde el Puerto de Cádiz para apoyar a Pablo Morillo, jefe del ejército realista, lo que es aprovechado por Bolívar para avanzar en la Campaña de Carabobo”.
El espíritu antiimperialista fue también expresión de la audacia periodística del Padre de la Patria, quien apuntó de manera acertada a las estrategias que permitieron la superioridad y victoria el 24 de junio de 1821.
La prensa como fiscal de la moral pública
En las reflexiones encontradas en la obra y acción revolucionaria del Libertador Simón Bolívar, la prensa fue un instrumento para mostrar el esplendor ético de su concepción, así como sus virtudes morales que se hicieron referentes en Latinoamérica y el Caribe, muy especialmente para la vida de las instituciones y de la República.
De acuerdo con Daniel Florencio O’Leary, el Libertador “tenía alta opinión de la misión sublime de la prensa, como fiscal de la moral pública y freno de las pasiones”, refiriéndose al periodismo de denuncia sobre la corrupción administrativa y a la vigilancia sobre toda la obra de gobierno.
Seguidamente, el militar señala la instrucción del Padre de la Patria: “se debe despedazar en los papeles públicos a los ladrones del Estado”.
El abogado y criminólogo venezolano Elio Gómez Grillo, en su obra El Libertador de América, Simón Bolívar, ante la corrupción administrativa, destaca que el prócer no fue un teórico del derecho penal o criminólogo y nos dice que en su carácter de “hombre genial que cumple grandes empresas públicas” no escatimó en desarrollar posiciones jurídicas que con rigor castigaran con procesos penales a agentes del tesoro que incurrían en delito y corrupción.
“Parece evidente que entre los grandes capitanes de la historia ha sido Simón Bolívar, el que con mayor denuedo ha condenado y perseguido de forma más inexorable esta modalidad de delincuencia de cuello blanco como lo es el peculado y todas las otras gamas de la corrupción administrativa”, formula Gómez Grillo.
Con el interés y afán de justicia por dejar al descubierto las acciones de robo a la nación por parte de funcionarios de la época, Bolívar insiste en publicar en la prensa estos delitos como un castigo moral.
Así lo demuestra en misiva enviada al Dr. Hipólito Unanue, presidente del Consejo de Gobierno del Perú, a quien le escribe en 1825, desde el Cuzco diciéndole: “Hay mucho robo todavía, y este robo se debe denunciar al Congreso, al público y perseguir más que a los godos. La mayor parte de los agentes del gobierno le roban su sangre, y esto debe gritarse en los papeles públicos y en todas partes”.
La eficiencia en la Administración Pública fue también una preocupación de Bolívar, quien exigía que los abusos e incapacidad de los asuntos del gobierno fueran expresados en la prensa como tribuna informativa para que el pueblo juzgare: “Que se declame todo, digo, en la Gaceta del Gobierno contra nuestros abusos; y se presenten cuadros que hieran la imaginación de los ciudadanos”, advertía.
Intachable e incólume fue la conducta personal y de hombre público de Bolívar como administrador de la nación, demostrándolo con su ética y moral como arma eficaz para hacer frente a la corrupción. Un ejemplo se expresa en la carta enviada al Constituyente del Perú, en 1825, cuando este congreso establece reconocerle honores de Presidente de la República y con ello asignarle un millón de pesos lo que Bolívar rechaza respondiendo: “Sería una inconsecuencia monstruosa si ahora yo recibiese de manos del Perú lo mismo que había rehusado a mi Patria”.
Ante la insistencia de la magna asamblea que sugería donar el millón de pesos para obras de beneficencia en Caracas y en la Gran Colombia, Bolívar insiste: “sea cual sea la tenacidad del Congreso Constituyente, no habrá poder humano que me obligue a aceptar un don que mi conciencia repugna”.
El Padre de la Patria apostó a la prensa como tribuna de lucha para denunciar las desviaciones que amenazaron el destino social y político de la nación, así como para exigir mayor eficiencia en los asuntos de gobierno. De su pensamiento, destaca la opinión pública como aliada para combatir los antivalores que pernoctaron dentro de las propias filas de mando.
El Correo del Orinoco, artillería del pensamiento
El 27 de junio de 1818, el Libertador le da nacimiento en Angostura a una punta de lanza en la batalla comunicacional de los patriotas: el semanario Correo del Orinoco. Este rotativo, de 36 por 24 centímetros y a tres columnas, llegó a circular en edición trilingüe (español, francés e inglés) con la misión de informar, educar, generar sentido crítico y entretener. Además, difundía dentro y fuera de Venezuela la causa de la emancipación. El impreso llevaba como acompañante el lema: “somos libres, escribimos en un país libre, y no nos proponemos engañar al público”.
En sus ediciones se publicaban los partes de guerra, cartas escritas por el Libertador y otros próceres como Rafael Urdaneta, Carlos Soublette, José Antonio Páez y Juan Germán Roscio.
Poemas, narraciones, la vida y obra de los héroes de la lucha de Independencia, decretos y reglamentos, proclamas para difundir la realidad geopolítica de Venezuela, comunicaciones de jefes militares y Gobernadores, noticias de comercio interior y exterior, avisos de remates y anécdotas llenaron las páginas del rotativo.
La censura oficial ejercida por la Corona Española y el poder eclesiástico provocó la incomunicación y un efecto ideológico hegemónico que fue combatido por Bolívar en las páginas del Correo del Orinoco, que se llenaron de noticias expectantes e insurgentes y cumplió la función de un órgano de periodismo revolucionario.
El Correo del Orinoco también se contrapone a la Gazeta de Caracas, boletín informativo de los realistas desde donde se enalteció las acciones del ejército colonialista y se atacó la moral de los patriotas.
En cuanto al impreso que se constituye como bastión ideológico de la revolución, el periodista Earle Herrera, nos habla sobre la visión comunicacional que desde sus inicios en la lucha emancipadora tuvo el Libertador: «cuando Bolívar regresa de Londres en 1810, trae consigo una imprenta. Desde entonces, se esmera por qué nunca falte una máquina de impresión y un periódico del lado patriota. La importancia que Bolívar dio a la prensa durante el proceso independentista, queda patentada en la creación del Correo del Orinoco el 27 de junio de 1818, y resumida en su frase: ‘“la imprenta es tan útil como los pertrechos».
Al frente del Correo del Orinoco estaban Francisco Antonio Zea, Juan Germán Roscio, José Luis Ramos y Manuel Palacio Fajardo, como jefes de redacción.
Entre sus redactores, articulistas y colaboradores estaban el mismo Libertador, así como Carlos Soublette, Cristóbal Mendoza, José Rafael Revenga, Gaspar Marcano, Diego Bautista Urbaneja, Francisco Javier Yánez, Pedro Briceño Méndez y Rafael Urbaneja, entre otros. Todos con una amplia cultura y compromiso patrio.
En el primer número del Correo del Orinoco, que circuló el 27 de junio de 1818 y que contenía cuatro páginas, se divulgaron dos boletines del Ejército Libertador sobre la Campaña del Centro, el mensaje del director general del Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón, a la República que resurgía en Angostura, y la gloriosa contestación del Libertador: “Cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete a obra de su Independencia, nos apresuraremos a entablar el pacto americano…que presente la América al mundo con aspecto de grandeza sin ejemplo”.
La periodista Sandra Mondolfi señala en su ensayo El mundo es una gran noticia que “Simón Bolívar establece en las páginas del Correo del Orinoco su compromiso por la causa independentista y llega a escribir con los seudónimos de “El Llanero Maturinés” y “Juan Trimiño”.
Una de las curiosas maneras de difusión del Correo del Orinoco fue a través de repartidores. En Caracas, algunos ejemplares eran traídos desde Cumaná en el fondo de sacos de almidón hasta la casa de Manuela Delgado de Rengifo. “De allí, un pintoresco personaje llamado Quintín Rengifo, salía con azafates de huecas a vender bizcochuelos y almidoncitos puestos sobre servilletas y cubiertos con un paño blanco. En el fondo del azafate estaban ocultos los ejemplares del Correo del Orinoco”, reseña Claudia Morales en la obra Correo del Orinoco: el ariete intelectual del Libertador.
Añade que su entrega se hacía muy cerca del río Guaire, en lo que hoy conocemos como Sabana Grande, donde se encontraban varios matorrales que aguardaban a patriotas ansiosos de leer las noticias revolucionarias.
Con la nueva realidad política, surgida de la victoria de Carabobo en 1821, el Correo del Orinoco dio paso en 1822 a la Gaceta de Colombia, que se imprimió en Bogotá para todo el territorio grancolombiano.
El Correo del Orinoco, como impronta política de Bolívar, fue en toda su extensión una tribuna comunicacional para la emancipación, un centinela, instrumento de la educación y la moral y un medio para expresar la verdad dentro y fuera de sus fronteras. Fue la “artillería del pensamiento” y un postulado que marcó el tiempo histórico al llevar impresa la unidad de los patriotas, la independencia y la libertad.
Bolívar, organizador de periódicos
Las cualidades excepcionales de Bolívar para dirigir el oficio del periodismo fueron tan brillantes como su ejercicio militar, lo que le permitió ser un artífice de la época para producir con rigor -y carácter novedoso- editoriales, contenidos, desarrollar el arte de la impresión y la presentación, acompañados del buen gusto y la elegancia. Fue una forma también de hacer política y comunicación para la liberación.
En torno al estilo de la comunicación desarrollada para la época por el ingenio de Bolívar, el periodista Earle Herrera aporta que este campo de la sociedad fue un espacio para la batalla de las ideas al que el prócer supo consumar como aliado ideológico.
“Las proclamas, avisos, partes de guerra, versos peregrinos, canciones populares, coplas, corridos y publicación de panfletos, hasta medios más elaborados, como gacetas y periódicos, forman parte del arsenal al que van a apelar patriotas y realistas. En este aspecto, Simón Bolívar fue también un visionario. Jamás descuidó el frente informativo y propagandístico, que hoy podríamos llamar comunicacional”, comenta Herrera.
El Dr. Ramón J. Velásquez Mujica en su estudio del criterio periodístico de Bolívar y de su agudeza para jerarquizar la información de modo de garantizar su impacto ideológico, social y cultural en las masas, indica que el Libertador sabía utilizar los instrumentos de su época y para verlo no hay más que juzgar cómo planea en cuerpos y la jerarquía que les otorga.
“Para El Libertador un periódico no es una masa informe de noticias y comunicados. Todo lo contrario. Le señala al Correo del Orinoco, que abra con los comunicados oficiales. Le da una gran jerarquía, inmediatamente después a la política internacional, de la que siempre estuvo pendiente. Después a los problemas del país, a los problemas económicos. Y tenía un gran interés en lo que él llama “lo curioso”, “lo anecdótico”; es decir la crónica y el reportaje para usar los términos de nuestra época”, relata Velásquez en el ensayo El mundo es una gran noticia.
En concordancia con lo expresado por el también periodista Ramón J. Velásquez, una lección de periodismo moderno y de la necesidad de la variedad de la noticia la dio el Libertador el 14 de agosto de 1825, en carta dirigida al general Tomás de Heres, desde Copacabana, cuando examina como brillante escritor la presentación del periódico El Observador, en su edición 29, de la cual considera “no tiene variedad ni noticias” y a la que le suma una jerarquización de sus secciones para hacerlas más atractivas, actuales e interesantes.
“Los negocios legislativos deben ser comunicados y las columnas deben ir divididas en este orden: Noticias extranjeras, Noticias del país, asuntos políticos o legislativos, Variedades, &c. &c., y lo que sea literario o negocios de algún interés mayor, que no pertenezca a dichos artículos. Después se pueden poner estos otros artículos (sic.): Curioso, Estupendo, Notable, Gracioso, Escandaloso y otros títulos como estos que llamen la atención del público y correspondan a esos títulos”, precisa el prócer.
En cuanto a las secciones, las ordena por noticias de gobierno y de sucesos: “Todo el papel debe estar dividido en sus diferentes departamentos, digámoslo así. Si se trata de hacienda, hacienda, si trata de rentas, hacienda. Si trata de Fernando VII, tiranía o fanatismo, según sea el negocio. Si trata de un hecho raro o desconocido se pone: anécdota estupenda, curiosa o escandalosa, según sea”.
En cuanto a la redacción, Bolívar recomienda que los artículos sean cortos, picantes, agradables y fuertes. “Cuando se hable del gobierno, con respeto, y cuando se trate de legislación, con sabiduría y gravedad”.
Con sentido de oportunidad de la noticia y para mostrar el derrumbe de la Corona, efecto que acelera la Campaña de Carabobo, Bolívar ordena el 20 de julio de 1820, en Rosario de Cúcuta (Colombia) en carta al general Francisco de Paula Santander “que se llenen las gacetas de cosas útiles que hay muchas; le aseguro a Ud. Que están muy insípidas; no parece que se trata de la ruina de España y de la salvación de América, en estos momentos. Parece que el hielo dirige su redacción. Poco y malo son dos defectos”.
Su preocupación por la buena presentación de los periódicos la expresa el Libertador, en misiva enviada a Francisco de Paula Santander desde Rosario (Colombia) en 1820, cuando le transmite la necesidad de transformar el titular de la Gaceta de Colombia: “La Gaceta es muy chiquita; no contiene nada; sobran materiales y sobra (sic) buena imprenta. Hágale usted quitar el jeroglífico; póngale usted por título Gaceta de Bogotá”.
Igualmente, en el arte del periodismo, Bolívar pedía que la redacción de las noticias se encabece “con un título de su contenido”, apuntaba a atrapar la atención del lector con una frase corta a su primera mirada. Era el periodismo innovador. Así le exhortó a Francisco de Paula Santander, en carta fechada el 14 de enero de 1.823 desde Pasto, Colombia
“El Correo de Bogotá tiene cosas admirables, me divierte infinito, no tiene más defecto que su monotonía de cartas; parece una correspondencia interceptada. Dígale usted al redactor que anuncie al público que no dará más los artículos remitidos en forma de cartas, sino que los encabezará con un título de su contenido”.
En la misma carta, Bolívar, describía un estilo propio para la diagramación de la Gaceta de Bogotá, refiriéndole a Santander que -a primera vista- fuera una forma agradable para el lector y que “capten la admiración y el encanto”. A los redactores les instruyó: “Mucho importa que ese diario, que tiene tan buenos redactores, trate las materias de un modo regular y periodístico”.
Otras características informativas que fueron desarrolladas en la redacción del Correo del Orinoco, con el ingenio del Libertador, fueron contenidos de verdadera guerra psicológica para desalentar e intimidar al enemigo realista.
Por ejemplo, en su primer número, de fecha 27 de junio de 1818, el impreso informa a través de un boletín del Ejército Libertador, de fecha 13 de mayo, sobre las operaciones en las que el general José Antonio Páez penetró hasta Guayabal, atacó y obtuvo el mayor suceso: “Más de 300 muertos, multitud de prisioneros, sus armas y caballos, todo quedó en nuestro poder; y Morales, con los pocos que se pudieron salvar, fue obligado a retirarse hasta El Sombrero, por no poder detenerse en Calabozo”.
Lo cierto es que jamás se produjo esta acción. De acuerdo con Vicente Lecuna, el combate en el Guayabal fue inventado por el Libertador para cerrar el boletín de las campañas desastrosas de 1818 con una nota menos trágica, (y) para animar a los partidarios existentes en las Antillas.
Campaña de Carabobo, ruta de la victoria
En el Correo del Orinoco, que circuló semanalmente hasta el 23 de marzo de 1822, se difundieron los avances de la Guerra de Independencia y se propagaron las ideas de emancipación y la construcción de la República.
La Campaña de Carabobo que avizoró la ruta de la victoria de independencia, se fortaleció con la redacción del Correo del Orinoco que recibía diariamente las noticias sobre los acontecimientos y el curso de los sucesos históricos que llegaban por barcos desde Angostura por el Orinoco.
Igualmente se publicaban extractos del Morning Chronicle y el Evening Mail, de Londres que informaban sobre los sucesos de la corte española y el movimiento militar de Rafael del Riego que se enfrentaba al absolutismo del rey Fernando VII.
Otras publicaciones del Evening Post y el General Advertiser de Nueva York o de la Federal Gazette y The Telegraph, de Baltimore, también se leían en el impreso, así como los de la Gaceta de Buenos Aires y la Gaceta de Bogotá, que hablaban sobre la contienda, los triunfos y la política de la causa de la independencia. Se aprovecharían la Gaceta de Curazao, el Barbados Mercury y la Trinidad Gazette.
Algunos hechos políticos puntuales fueron marcando la dinámica informativa de la entonces República de Colombia, entre ellos la firma del Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra entre Simón Bolívar y Pablo Morillo a finales de noviembre de 1820, cuando entonces quedaba oficialmente derogado el Decreto de Guerra a Muerte.
En la edición N° 90 del Correo del Orinoco, del 23 de diciembre de 1820, se publicaban los detalles de la firma del Armisticio de Trujillo en el pueblo de Santa Ana.
“Ambos jefes dieron testimonios recíprocos de amistad y renovaron la solemne promesa de observar religiosamente sus convenios. (…) ¿Qué corazón no se colmará del más puro regocijo al saludar el día venturoso en que Colombia, después de tantos años de continuos y encarnizados combates, goza de un momento de reposo (…)”, guarda la memorable página.
Mientras que en el N° 92, de fecha 20 de enero de 1821, el Libertador envía una proclama, fechada del 7 de diciembre de 1820, al Ejercito Libertador con una carga emotiva que levantaba su moral: “Soldados, el primer paso se ha dado hacia la paz, una tregua de seis meses preludio de nuestro futuro reposo se ha firmado entre los gobiernos de Colombia y España. En este tiempo se tratará de terminar para siempre los horrores de la guerra y de cicatrizar las heridas de Colombia”.
Estas noticias eran seguidas en impresos como Argos de Buenos Aires y en la Gazeta de Caracas. En este último impreso, en la edición N° 20 del 13 de diciembre de 1820, se lee: “Todos deseamos la paz y tenemos un mismo interés en ella: el interés de nuestra tranquilidad y seguridad”.
Otros acontecimientos de la campaña independentista se suscitaron en enero de 1821, con la liberación del yugo español de Maracaibo y su adhesión a Colombia la Grande.
Bajo el título: “Maracaibo libre”, el periódico señala el 3 de marzo en su primer párrafo: “El 28 de febrero por la mañana se recibió en esta capital (Angostura) la impensada e interesante Noticia de haber proclamado Maracaibo su Libertad e Independencia, según consta de los siguientes documentos”.
Más abajo, se registra el título de “Anuncio”: “La Ciudad de Maracaibo hizo el amanecer del día 28 de Enero último su revolución espontanea por pertenecer a la República de Colombia. La ha conseguido sin efusión de una gota de sangre; porque las Autoridades de acuerdo y de la misma opinión del Pueblo han hecho la transformación del modo más digno”. El parte está firmado por G. Boodberry, jefe interino en el cuartel general de Trujillo el 1 de febrero de 1821, reseña el trabajo Genio y estrategia de Bolívar condujeron a la victoria final en el campo de Carabobo de Manuel Abrizo.
El 14 de abril de 1821, el periódico anunciaba la “renovación de la guerra” y el 28 de abril se reanudaron las hostilidades entre patriotas y realistas, asunto que aceleró las acciones del pueblo que acompañó a Bolívar en acción y pensamiento; ya convencido de que un triunfo cercano avanzaba a Carabobo.
Como parte de las victorias tempranas, el 3 de mayo de ese mismo año, se producía la liberación de la provincia de Coro con la heroína Josefa Camejo. El 23 de junio de1821, el Correo del Orinoco, abre su titular: “Coro liberado por las armas de Colombia”.
El 19 de mayo de 1821, el impreso inserta en sus páginas varias proclamas dictadas por Bolívar, en su cuartel general de Barinas, entre el 17 y el 25 de abril de 1821, iban direccionadas a los soldados del Ejército Libertador, a los ciudadanos colombianos y a las tropas españolas dirigidas por Miguel de la Torre, jefe del ejercito realista. El Libertador las enmarca en lo que llamó “nuestra Santa Guerra” con el fin de humanizar el combate y darle fin a la “guerra a muerte”.
“Colombianos: los gritos de nuestros ejércitos padeciendo privaciones mortales, los gritos de los pueblos ya expirantes, ya exánimes, nos fuerzan a llevar nuestras armas a conquistar la paz, expulsando a nuestros invasores. Esta Guerra sin embargo no será a muerte, ni aun regular siquiera. Será una Guerra Santa: se luchará por desarmar al adversario, no por destruirlo. Compartiremos todos por alcanzar la corona de una gloria benéfica”, se lee en la segunda proclama al pueblo de Colombia.
El 25 de abril Bolívar escribió a los soldados del Ejército Libertador y les encomendó la victoria final instándolos a la piedad.
“Soldados: todo nos promete una Victoria final, porque vuestro valor no puede ya ser contrarrestado. Tanto habéis hecho, que poco os queda que hacer; pero sabed que el Gobierno os impone la obligación rigurosa de ser más piadosos que valientes”.
El espíritu revolucionario florecía al fragor de la lucha y la victoria se consagró en la Batalla de Carabobo, donde Bolívar -con el Ejército Libertador- venció al opresor que durante 300 años había subyugado al soberano. Ya no éramos colonia del invasor.
También sería la noticia más ansiada la publicada aquel 25 de junio de 1821, cuando Bolívar imprimió la carta de la victoria en Carabobo, dirigida al Congreso de Colombia. Aquí parte del documento.
Valencia, junio 25 de 1821.
Al Soberano Congreso.
Excelentísimo Señor:
Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la República de Colombia.
Reunidas las divisiones del Ejército Libertador en los campos del Tinaquillo el 23, marchamos ayer por la mañana sobre el Cuartel General enemigo, situado en Carabobo (…) El bizarro General Páez, a la cabeza de los dos batallones de su división y del regimiento de caballería del valiente Coronel Muñoz, marchó con tal intrepidez sobre la derecha del enemigo que en media hora [de fuego] todo él fue envuelto y cortado. Nada hará jamás bastante honor al valor de estas tropas. El Batallón Británico mandado por el Benemérito Coronel Farriar pudo aún distinguirse entre tantos valientes y tuvo una gran pérdida de oficiales. (…) El ejército español pasaba de seis mil hombres compuesto de todo lo mejor [y de los sus] de las expediciones pacificadoras. Este ejército ha dejado de serlo. Cuatrocientos hombres habrán entrado hoy a Puerto Cabello. (…) Acepte el Congreso Soberano [un afecto que le hago] en nombre de los bravos que tengo la honra de mandar, el homenaje de un ejército rendido, el más grande y más hermoso que ha hecho armas en Colombia en un campo de batalla.
En el texto que, estratégicamente y como señal de triunfo ante España y el mundo, estaba dirigido al Congreso de Colombia fue sucinto. El periodista Earle Herrera sostiene que al escribirla dejaba el camino trazado para emprender la Campaña al Sur, dando luces de la tan ansiada lucha por la integración latinoamericanista.
“Con esa comunicación, asestaba un golpe moral a las ya derrotadas militarmente fuerzas realistas. La capacidad de síntesis de Simón Bolívar ante este magno acontecimiento es admirable. Da el parte de guerra al Congreso, destaca la importancia histórica de la batalla: “Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria, el nacimiento político de la República de Colombia”; reconoce y exalta el valor de los próceres vencedores, y rinde tributo a los héroes caídos. Una lección de síntesis en un mensaje libertario que impactaría no solo a la América, sino también a la vieja Europa”, explica Herrera.
En el contexto queda demostrado que el Libertador fue uno de los grandes impulsores de la prensa colombiana e inspirador para la prensa de América.
Bolívar combatió y dirigió con su pensamiento la política de emancipación de manera magistral durante la Guerra de Independencia. Su pensamiento fue su artillería.
Este largo transitar consolidó un binomio perfecto entre sus actos y pensamientos, entre la guerra y la paz, lo que le permitió consagrarse como un ilustre forjador del destino humano.
En Carabobo se liberó a Venezuela y el periodismo conducido por Bolívar fue un aliado de la unidad patriótica que sumó para derrotar a la dominación de tres centurias.
Prensa Presidencial / Yndira Visnú López