Palacio de Miraflores, Caracas.- Era 30 de abril de 2019. A las 4:44 de la mañana, un colaborador habitual del extremismo venezolano emitía una advertencia: “Atención. Situación irregular en Venezuela”, esto como la primera puntada de una red de caos y angustia colectiva que sirviera de base a un golpe de Estado, cuyos rostros visibles no serían otros que el del prófugo de la justicia Leopoldo López y el exdiputado Juan Guaidó.
Hasta las 5:13 de la mañana no hubo información. El silencio se rompería nuevamente con un fakenews del también prófugo Alberto Federico Ravell, que anunciaba la supuesta toma de la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda por parte de Guaidó, López y un minúsculo grupo de militares desleales en lo que sería una desesperada maniobra para cambiar la correlación de fuerzas, mientras se vendía al mundo que el interinato tenía dominio sobre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).Iniciaba así la denominada “Operación Libertad”, que únicamente perseguía el escape de Leopoldo López, del arresto domiciliario que cumplía. Nunca existió un alzamiento militar, aunque el autoproclamado Juan Guaidó respaldó tal narrativa al deshacerse en agradecimientos a los “muchos militares que se suman” al “cese definitivo de la usurpación”.
En una transmisión emitida a las 5:46 de la mañana, Guaidó se definió como “legítimo Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas”, convocando a soldados y militantes de derecha a “acompañarnos en esta gesta” desde La Carlota, aunque nunca pisó la Base Aérea que decía estar bajo su control.
A las 6:17 de la mañana, Leopoldo López dirigía sus primeras palabras: “He sido liberado por militares a la orden de la Constitución y del Presidente Guaidó”. Lo cierto es que su liberación sería obra del entonces director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), Manuel Ricardo Cristopher Figuera, quien tenía más de un año actuando de forma encubierta después de ser captado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés).
Cristopher Figuera escaparía apenas dejó a Leopoldo López en libertad. Su primer destino sería Colombia, aunque después terminaría en Estados Unidos.
De su participación en la conspiración sabía el Presidente de la República Nicolás Maduro. A sus oídos llegó la información en forma de petición para su destitución, pero “dejé que corriera lo que él estaba haciendo para ver hasta donde llegaban sus tentáculos”, reveló en entrevista concedida a The Washington Post en enero de 2020.
A través de su cuenta de Twitter, @leopoldolopez, el reciente prófugo también aseguró encontrarse en La Carlota, donde se uniría con sus partidarios para “conquistar la libertad”. Sin embargo, bien reza el adagio popular que “las cosas caen por su propio peso” y un minuto más tarde se revelaría su verdadera ubicación, desvaneciéndose así la intentona golpista retratada en fotografías que perseguían convencer a sus amos del Norte.
En el reloj se leía 6:18 de la mañana, cuando un mensaje detalló: “estamos enfrentando y desactivando a un reducido grupo de efectivos militares traidores que se posicionaron en el Distribuidor Altamira para promover un golpe de Estado contra la Constitución y la paz de la República”. Su autor, el entonces vicepresidente de Comunicación, Cultura y Turismo, Jorge Rodríguez, lo que dejó en evidencia que el escenario del espectáculo mediático de la “ultraderecha golpista y asesina” no era más que un puente al que se accede por la autopista Gran Cacique Guaicaipuro.
A Guaidó y López pronto se sumarían un puñado de diputados de la Asamblea Nacional para clamar solidaridad a “todo el pueblo”, aunque la respuesta no llegó a ser masiva en ningún momento del día.
El afán de proyectar una situación de sublevación generalizada sería disipado por el Alto Mando Militar que confirmaría que la FANB se mantenía leal a la Carta Magna, mientras que las bases militares permanecían alertas como centro de operaciones de sus oficiales para garantizar la integridad de las instalaciones y evitar severos daños como los causados en 2017.
A las 7:30 de la mañana, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello, puntualizó que los partícipes de la insurrección “van a ser tratados como unos golpistas” y debían asumir su responsabilidad, aunque “muchos de ellos se han regresado” abandonando el Distribuidor Altamira.
Ya el también primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) había convocado al pueblo a defender el Palacio de Miraflores y la Constitución de la República.
Con falacias se sustentó la “Operación Libertad”, cuya ejecución sería ampliamente respaldada por los gobiernos de Colombia y Estados Unidos. 80% de los funcionarios habían sido engañados para asestar el golpe de Estado en un reflejo de “una conducta mitómana para confundir, llevar al desastre, al caos, a la muerte a un grupo de hombres que están cumpliendo su misión”, agregó el titular de Defensa, Vladimir Padrino López.En voz del primer teniente del Ejército Bolivariano, Jairo Betermini, se conoció como los funcionarios serían convocados a las 3:00 de la mañana bajo el mandato de “tomar el penal de Tocorón porque habían ingresado mil fusiles e iban a sacar a los presos para que fueran en contra del pueblo”.
La instrucción traía consigo el retiro de fusiles, así como el anuncio de salida desde Altamira. No obstante, al llegar se les ordenaría trancar las vías porque “esto era un golpe de Estado”.
Específicamente, los golpistas habrían usado ocho tanquetas para obstaculizar el tránsito de la autopista Gran Cacique Guaicaipuro, así como armamento de alto calibre para crear focos de violencia.Betermini señaló como voces de mando al comandante de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Rafael Soto Manzanares, así como a dos hermanos con grado de Mayor y otro comandante de apellido Sánchez.
La lealtad quedó probadaEn un acto de patriotismo y conciencia antiimperialista, la mayoría de los uniformados se atrincheró en La Carlota. Asimismo, los comandantes de las Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI) y de las Zonas Operativas de Defensa Integral (ZODI) “han manifestado su total lealtad al pueblo, a la Constitución y a la Patria”, recalcó Nicolás Maduro a través de un mensaje difundido en cuenta de Twitter, @NicolasMaduro, a las 10:07 de la mañana.
Al percatarse del inminente fracaso, 16 funcionarios que se mantenían plegados al golpe de Estado se refugiaron en la Embajada de Panamá, aunque terminarían huyendo del país ese mismo día. Otras versiones señalan que un grupo de militares desertores se habrían escondido en la Embajada de Brasil, agrega la multiestatal Telesur.
Así se hicieron las 8:00 de la mañana. El golpe de Estado que debía estar consolidándose, realmente se extinguía en la misma medida que las fuerzas populares llegaban a custodiar el Palacio de Miraflores.
Como el 11, 12 y 13 de abril de 2002 cuando el pueblo acudió en masa a defender al comandante Hugo Chávez, también lo hicieron para proteger la permanencia de Nicolás Maduro como único y legítimo Presidente de la República, siendo además una exigencia plena de respeto a la voluntad soberana de los 6 millones de votantes que lo eligieron en 2018.
“Manipularon a la gente, llevaron engañados a algunos y otros fueron voluntarios, cada quien que asuma su responsabilidad. Aquí no queremos lloriqueos, que cada quien asuma la responsabilidad porque nosotros asumiremos la nuestra”, expresó Diosdado Cabello ante la multitud que se agolpó en el Palacio de Miraflores.
La unión cívico-militar se hacía presente. En tanto, la violencia pretendía dar aliento al golpe de Estado en el Distribuidor Altamira, que sería la base de la caotización de la agenda informativa.Empleando al puñado de manifestantes opositores como escudos humanos de la “Operación Libertad”, Guaidó y López se retirarían a la Plaza Altamira, dejando a sus seguidores en las adyacencias de la autopista Gran Cacique Guaicaipuro armados de piedras y bombas molotovs para atacar La Carlota.
No era más que otra pantomima. Leopoldo López terminaría refungiándose en calidad de “huésped” en la Embajada de Chile, donde se mantenía su pupilo Freddy Guevara desde 2017.Más tarde, López y su familia se dirigirían a la Embajada de España. De esta manera, se confirmaba el verdadero objetivo de la “Operación Libertad”: la fuga de Leopoldo López.
“Los jefes políticos de la ultraderecha, promotores de esta aventura golpista, andan de embajada en embajada, huyendo luego de haber sometido a todo un país a la zozobra, a la angustia, a la incertidumbre”, repudió horas más tarde el Presidente Nicolás Maduro.
Las voces cómplices mantenían su interés de azuzar una insurrección, especialmente las vinculadas con la administración de Donald Trump (2017-2021).
Por ejemplo, el exasesor de Seguridad Nacional, John Bolton, amenazó a los representantes de los Poderes Públicos con la frase “su tiempo se ha acabado”, acompañado de una petición para “que acepten la amnistía del presidente interino Guaidó, protejan a la Constitución y eliminen a Maduro” a cambio de retirarlos de la lista de sancionados.
En paralelo, desde Washington se intensificaría el asedio contra la sede de la Embajada de Venezuela, dónde llegarían funcionarios del Servicio Secreto de los Estados Unidos para arrestar a los activistas que custodiaban la sede de la Misión Diplomática y exigían “¡No al golpe, no a la guerra, no más sanciones”.
No había duda del sello gringo del golpe de Estado. A las 9:00 de la noche, el propio Nicolás Maduro aseveró que “buscaban un enfrentamiento, un desastre, una estrategia con 200 muertos”. No lograron su objetivo, gracias a la FANB leal que nuevamente derrotó al imperialismo.
La conspiración fracasó. A la extrema derecha se le había olvidado que “hay un pueblo mayoritario dispuesto a dar su vida en las calles por triunfar en el camino de la Revolución”.
Prensa Presidencial